La Catedral antigua de Coimbra
La catedral antigua de Coimbra es uno de los edificios de estilo románico más importante de Portugal. Esta construcción es la única catedral portuguesa de la época de reconquista que ha sobrevivido relativamente hasta tiempos modernos. La construcción de la Catedral comenzó, en algún momento después de la Batalla de Ourique (1139), cuando Afonso Henriques se declaro como Rey de Portugal y escogió a Coimbra como capital del reino. En esta catedral está sepultado D. Sesnando, Conde de Coimbra.
La vista exterior de la Catedral tiene apariencia de un pequeño castillo, con muros muy altos y con pocas y estrechas ventanas. La apariencia de fortaleza es común es estas catedrales de la época y se explica por el clima bélico de la Reconquista.
El aspecto más notable de la decoración románica de la Catedral es el gran número de esculpidos de diferente estilo arquitectónico (cerca de 380), que la convertían en una de los principales núcleos de escultura románica portuguesa, Cabe destacar la ausencia de representaciones humanas y no hay ninguna escena bíblica.
La escritora Helena Rainha Coelho, quien por cierto nos ofreció una amena cátedra de la historia de esta hermosa catedral, al encontrarnos por casualidad en ese punto y a esa hora. Comentaba que se podía inferir que la ausencia de tales representaciones sería como consecuencia de los artistas musulmanes que se habían establecido en Coimbra en el siglo XII.
Actualmente esta construcción impresionante es objeto de restauración cuyo objetivo es devolverle la pureza medieval original.
También cabe destacar que a un lado de la construcción se encuentra un árbol (oliveira milenaria), que como su nombre lo indica tiene más de 1000 años, se cuenta que este árbol ya estaba incluso cuando llegaron los árabes a conquistar Coimbra.
Catedral Nueva
Proyectada por el arquitecto Baltazar Álvarez al final del siglo XVI, él se inspiro en la iglesia del Monasterio de San Vicente, en Lisboa, para su diseño.
La fachada desde el punto de vista arquitectónico abarca dos corrientes, una parte inferior está marcada por el estilo maneirista, de fuerte líneas y de donde se destacan 4 estatuas jesuitas (Santo Ignácio, S. Luís Gonzaga, S. Francisco Xavier e S. Francisco de Borja).
La parte superior es barroca, de igual forma se destacan dos Santos del doble del tamaño natural (S. Pedro e S. Paulo), con el objeto de armonizar la geometría de la misma.
El interior esta constituido por capillas laterales que se comunican entre sí. En los laterales existen grandes molduras de madera exótica torneada o espirilado, que delimitan las capillas laterales. También en algunas paredes no podían faltar los azulejos polícromos.
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